toc-hombre

Los automatismos son necesarios para crear nuevos aprendizajes, pensar en otras cosas y fomentar el pensamiento creativo. Las conductas automáticas, a las que no prestamos atención, como cerrar la puerta con llave, ducharnos, apagar el fuego de la hornilla, cambiar de marcha, sacar dinero del cajero, nos hacen más inteligentes, ya que ese potencial intelectual inservible podemos utilizarlo en tareas cognitivas más provechosas.

 

Una manía es posible que se te olvide, pero un ritual no» -es lo que respondo a mis pacientes cuando me preguntan al respecto. Los rituales aparecen, puntuales como relojes suizos, todos los días sobre las mismas horas. Los habituales suelen ser de comprobación (gas, puertas, ventanas), de limpieza (dientes, genitales y otras zonas corporales de lo más arbitrarias), de orden (con predisposición por la simetría y el paralelismo, incluso cósmico, ya que el universo a veces parece presa de una compulsión) y cognitivos (obsesiones, pensamientos intrusivos, ideas rumiantes, hipocondría, supersticiones, dudas y delirios).

 

Las obsesiones están relacionadas con la sexualidad, la contaminación, la acumulación de objetos, con cuestiones místico-religiosas y últimamente con la política y la estética -cuestiones estrechamente relacionadas, tanto entre sí como con el misticismo religioso- como compruebo a diario en las redes sociales y las conversaciones de los parroquianos en las tabernas.

 

Entre las variables que puedan mediar en estos rituales compulsivos están la estimación excesiva de una amenaza, ideas excesivamente austeras (o, por el contrario, que viven por encima de sus posibilidades), demasiada responsabilidad, umbral bajo de tolerancia a la incertidumbre y perfeccionismo

Un aspecto significativamente curioso de los pacientes que he tenido con TOC (Trastorno Obsesivo Compulsivo), es que los rituales asociados a esta patología casi siempre se realizan de tres en tres veces. Es decir, si al salir de casa, un sujeto con TOC duda de si ha cerrado la puerta con llave o no (como suele ocurrir), vuelve sobre sus pasos y comprueba si la puerta está cerrada una vez, pero si le asaltan las dudas (como suele ocurrir) lo vuelve a comprobar tres veces y si, con todo, no está seguro, otras tres, y así, de tres en tres, hasta que sus niveles de ansiedad bajan o sus pensamientos catastrofistas cesan, casi siempre de manera arbitraria.
Como en casi todo, hay individuos en los que no se cumple esta norma, pero por regla general suele ser así. Y siempre me ha resultado muy curioso este detalle: ¿por qué los TOCs comprueban las cosas una vez, o veces múltiplos de tres, por qué no cuatro o siete veces? La mejor respuesta me llegó a través de mi hermana Paloma -especializada en Atención y Memoria por la Universidad de Bangor, norte de Gales- : la unidad máxima de memoria a corto plazo suele ser tres dígitos, o letras (solemos recitar los teléfonos de tres en tres), de ahí que los TOCs tengan esta curiosa relación cabalística con el tres.
Los hábitos son nuestros aliados. Confíen en ellos. Extingan sus manías o rituales obsesivos compulsivos con la ayuda adecuada. No solo son absurdos, una pérdida de tiempo y suben nuestros niveles de ansiedad -aunque nuestra mente supersticiosa no lo crea así-. Nos vuelven menos inteligentes.