«Quien vaya por ahí agitando un libro o un panfleto y diciendo que en él se encuentra trazado el camino de la salvación es -por lo menos- un capullo o -mucho más probable- un fanático en el sentido clínico de la palabra». Frank Zappa.
Colonizar cabezas resulta pedagógico, lúcido, divertidísimo, ¿no lo creen? Yo tampoco.
El hombre que encabeza este breve artículo, a través de una foto, estuvo en la agenda de la República Checa para ser Ministro de Cultura, pero una enfermedad irreversible se lo llevó por delante. Su último concierto fue en Praga. Dijo lo siguiente: «Al fin tengo una razón para tocar mi guitarra después de tres años». El socialismo ya se había retirado, al fin, para el bien de la humanidad, las hormigas y las abejas checas.
Un paleontólogo descubrió un molusco extinguido en Nevada y lo llamó Amaurotoma zappa. La Unión Astronómica Internacional nombró a un asteroide en su honor: Zappafrank. En Bad Doberan, Alemania, cada año hay un festival que se llama Zappanale. Hace muchos años, en una radio local de Torremolinos, hice un programa dedicado a Frank Zappa. Muy pocos músicos contemporáneos han existido mejores que él.
Además de ser un músico colosal, tenía una cosa muy clara: jamás intentaría pasar a la posteridad -pretencioso, cuanto menos- por una cuestión, llamémosla así, social. Lo suyo era su profesión. A esa tarea encomendó su vida.
Qué poco se intuye en las redes sociales esta actitud. Lo único que leemos son quejas, insultos, bromas malas; estupideces políticas, al fin y al cabo. Nadie habla de su profesión. Ese tema tabuizado en España por nuestra tradición cristiana: todo lo que implique vocación sólida está prohibido.
Hace ya un tiempo decidí dejar de escribir en prensa sobre teoría política. En la pestaña «El Semanal Digital» de este blog están todos mis artículos que comenzaron en un periódico local y finalizaron en uno de tirada nacional. Todas estas columnas venían con mi enlace profesional a pie de página. Y, sinceramente, durante todo este tiempo he obtenido un buen número de pacientes mediante este método.
Pero me he cansado.
Colonizar cabezas no es lo mío. Resulta agotador. Sobre todo cuando se intenta hacer con honestidad y el grado de rigor que genuinamente poseemos cada uno. Colgar un meme o un lugar común cada cierto tiempo es simple. Es una mera pose. Pesada y estúpida como líderes sociales. Cualquiera es capaz de hacerlo. Lo hace incluso el periodista más «reputado». Ahora bien, tratar de traer desde el pasado, resucitar, la teoría política, es otra cosa. Y, por lo general, conduce al desencanto.
Colonizar cabezas resulta pedagógico, lúcido, divertidísimo, ¿no lo creen? Yo tampoco.
Me resulta interesante la necesidad de colonizar cabezas. Me parece que es natural sentir curiosidad intelectual o academica por un tema. Me parece incluso normal que alguien intente defender un tema con tenacidad hasta ciertos limites, porque en eso consiste un buen debate. Si uno cede ante todo, las ideas no se depuran ni se ponen a prueba. Pero hay algo que me resulta incomodo cuando veo que la autoestima del que habla esta en juego. Cuando errar supone una derrota en lugar de un aprendizaje. Creo que en eso consiste colonizar cabezas, en dejar bien claro que uno es mejor que los demas. Es la base de los delirios psicoticos, las paranoias, las depresiones, las confabulaciones y hasta del sindrome de Zelig. El instinto de colonizacion de cabezas ajenas tiene su base en un intento de proteccion de la autoestima. Y bueno, mas que cretinos, son seres humanos con factores psicologicos a tener en cuenta, no? Otra cosa es que los demas lo interprete asi o no.
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«El instinto de colonización de cabezas ajenas tiene su base en un intento de protección de la autoestima.»
¿Es realmente instintivo o hábito… o en algún caso genético? ¿En qué crees que se basa, cuando el instinto se supera?.
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Paloma, tú eres la especialista. Adelante!
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Paloma, vuelvo a insistir, tú eres la especialista. Adelante!
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