Como la asertividad, la resiliencia, la autoestima y el resto de conceptos en psicología, tanto internet, especialistas en psicología en bata de buatiné y los propios psicólogos, se han encargado de desvirtuar y distorsionar tales conceptos básicos y, de paso, añadir angustia, ansiedad, estrés y depresión en la población general, sobre todo ahora que los efectos psicológicos de la pandemia parece que han tocado un punto álgido tras dejar atrás el 2020, sin embargo no han hecho más que comenzar.

En estos días voy a hacer un recorrido por cada concepto, explicándolos de un modo sencillo, sin justificaciones y breve, muy brevemente. Comencemos por la empatía.

La empatía es la capacidad de identificar e inferir los sentimientos de los demás. Las emociones de los demás. No las nuestras. Reconocemos en el otro un individuo con una mente, unas conductas y una afectividad propias y lo comprendemos desde estas coordenadas. No desde las nuestras.

Si, por ejemplo, queremos ayudar a un hombre sucio, hambriento, que pide limosna, no debemos imaginar qué pensaríamos y sentiríamos nosotros si fuéramos él. Eso no es empatía. Porque, quizá, cabe la posibilidad de que esa persona sea incluso más feliz que el resto. A este respecto, si de verdad queremos ser empáticos, nosotros no somos nadie, ya que es la otra persona la que importa. No nosotros.

El ego y la empatía son incompatibles. El altruismo no tiene ningún envés egoísta. Si lo tiene, no es altruismo, es otra cosa.

Yo, como psicólogo, utilizo la empatía como una herramienta psicoterapeútica más. Digamos que, por mucho que se empeñe mi entorno en recordármelo, no soy un buen profesional por ser empático, bondadoso o humano. Puedo ser todas esas cosas, y algunas más, como implacablemente práctico, en mi vida personal, pero no en mi trabajo. La utilidad de la empatía en mi día a día laboral es la senda para comprender a mis pacientes en base exclusivamente a sus emociones.

El omotenashi japonés significa tener «la oportunidad única en la vida» de hacer que la vida de los demás sea mejor, más satisfactoria, más completa en todos sus aspectos. Y, para ello, debemos anular nuestro ego. Si eres hipersensible o tienes mucha empatía no deberías sufrir.

Si sufres tanto, es que quizá no lo seas tanto.